Abangares: Donde la historia se bate a punta de oro y sudor
¡Diay, si creías que la aventura en Guanacaste solo era playas y sabaneros, preparate para conocer el verdadero oro de la zona! Abangares, en pleno corazón guanacasteco, es más que “coligalleros” buscando suerte: es un cantón que late al ritmo de su historia minera, con minas que vivieron su propia fiebre desde el siglo XIX y dejaron huella con maquinaria, relatos y hasta huelgas.
Una mina de historias: el Ecomuseo de las Minas
En el distrito de Las Juntas, donde no hay parque central pero sí mucho cuento, está el emblemático Ecomuseo de las Minas, fundado en 1991 justo encima de la antigua planta de procesamiento de oro. Aquí los senderos no solo huelen a naturaleza y aventura, sino que guardan el retumbo de martillos, el chirrido de vagones y la esperanza de cientos que llegaron atraídos por el oro.
El Ecomuseo abarca unas buenas 38 hectáreas llenas de magia, historia y esfuerzo humano, y el recorrido “Los Mazos” es el platillo fuerte: dos horas entre bosques, ruinas, jardines y miradores, siguiendo los pasos de los mineros. Aquí no solo te topás con vagones viejos o maquinaria oxidada; caminás entre locomotoras centenarias (como la famosa Tulia, que aún mira de reojo en el predio) y pasás por las ruinas del edificio Los Mazos, que fue centro de operaciones en la época más brava de la industrialización minera.
Del oro de Avancari al gringo Keith: la fiebre que rompió el silencio
El nombre de Abangares le viene del cacique Avancari, pero el oro fue el verdadero rey. Todo arrancó en 1884 cuando Juan Alvarado Acosta descubrió los primeros filones, vendiéndolos a sus hermanos, que les pusieron el nombre de “Tres Hermanos”. Rapidito les cayó la fiebre y, en 1889, los compró una empresa gringa: la Anglo American Exploration Development Company Limited, y después la famosa Abangares Gold Fields de Minor Keith, el mismo de los bananos y el tren al Atlántico.
La zona explotó… de trabajo, oro y también problemas: la modernidad llegó con molinos, hospitales, tiendas y hasta hotelito para forasteros, pero el oro no era para todos. Había mucho extranjero, capataces jamaiquinos y hasta huelgas mineras (la primera del país), porque el trabajo era tan pesado como arriesgado. Los “coligalleros”, esos mineros de oro rebelde, aún siguen dándole, aunque ahora bajo contratos legales que van echando historia hasta el 2025.
Un recorrido pa’ no quedarse solo con el cuento
El Ecomuseo no es para quedarse viéndolo desde lejos —hay que ponerse tenis, llevar agua y cámara, y dejar volar la curiosidad. No te extrañés si te encontrás artefactos gigantes de la era industrial, fotos viejas y hasta los ecos de los huelguistas de 1911, cuando se rebelaron contra las injusticias y la dureza de las minas. El lugar se estableció para rescatar los restos del pasado y hoy es sitio de encuentros de cultura y estudios arqueológicos, declarado Monumento Histórico Arquitectónico en 2001.
El museo trabaja duro de martes a domingo, 8am a 4pm. Y, si querés cotorrear directo con la comunidad, hablá a la muni de Abangares para reservar tu entrada y aprender con los guías locales, que cuentan la historia “como es”, sin azúcar y con mucha sabiduría guanacasteca.
El oro sigue, pero el tesoro es la gente
Quizá el oro de las minas ya no dé para hacerse rico, pero el gran tesoro de Abangares está en sus historias, en la memoria de los mineros, los “coligalleros” y la variedad de culturas que llegaron buscando una vida mejor: italianos, chinos, libaneses… Todos dejaron una pincelada que hoy se siente en el aire, las casas y hasta en el “sabor” de la vida local.
Y cuidado, porque en Abangares la literatura también brilla: autores como Santiago Porras han contado el alma minera en cuentos y novelas como “Avancari” y “Cuentos guanacastecos”. Es imposible caminar el pueblo y no toparse con alguien que te cuente una anécdota o te invite a leer algo sobre la vida en las minas.
Si te pica el gusanillo…
¡No lo dudés, pivoteá hasta Abangares y caminá el Ecomuseo de las Minas! No solo vas a “pulsear oro”, sino a descubrir un lado de Guanacaste que muy pocos conocen: el del pueblo luchador que fue capaz de extraerle brillo a la misma tierra y que hoy presume un museo que es, literal, oro puro en cultura.
Si quieres un viaje diferente en Guanacaste, mudate al poncho y las botas, y animate a explorar el Ecomuseo de las Minas de Abangares… ¡Ahí, entre vagones y mazorcas de roca, sentirás el verdadero espíritu minero tico!
Visita virtual recomendada: “Abangares: historias de un pueblo minero” en YouTube — aquí sí te cuentan lo que no sale en los libros.